martes, 11 de febrero de 2014

Una Crónica de sucios hoteles en ciudades perdidas

Era de noche y llovía, podía ver las gotas caer sobre la gente desde la silla en la que había permanecido durante horas, a mi alrededor tenía un semicírculo de restos de cigarrillo, y cajetillas vacías, Llovía, como no había llovido en meses, Pensé que sería una temporada dura, más dura que las pasadas, Ya no podía ver el ojo del huracán.
Fuí al pequeño bar que había en la esquina de ese insípido cuarto de hotel, el minibar era bastante viejo, como muchos de los muebles y decoracíon del cuarto, al lado un estéreo que funcionaba con monedas, tomé el último centavo que tenía en mi saco y puse un disco de David Bowie, pareciendome mejor que los otros 3 discos, en los que cantaba Tina Turner con algún saxofonista famoso de la época, Pensé que el dueño era fanático de Turner, Y que el disco de Bowie lo había dejado algún buen samaritano pensando en el futuro, volví a mirar el minibar y pensé en disfrutar la última cancíon con un whiskey, abrí el mueble de roble que contenía las botellas y saqué el whiskey, entre el polvo de la botella se leía "Sour Mash" y "Old No.7", me bastó eso para tomar un vaso con hielo y servir con generosidad en el vaso, sostuve la botella hasta que el vaso estuvo casi lleno y la puse encima del estéreo, saqué otro cigarrillo, Para mi desgracia el último, Al instante supe que tendría que salir a buscar más, pues nadie respondía en el "room service" que tanto mencionaban a la entrada, Busqué las llaves y mis zapatillas por la habitación con una mirada, sin levantarme de la silla, El estéreo se detuvo justo cuando terminaba mi escocés, encendí el cigarrillo y salí de la habitación a buscar mis cigarrillos.

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